La ciudad de Los Ángeles enfrenta una crisis social y política tras el inicio de redadas migratorias dirigidas por ICE. Las operaciones, que comenzaron el 6 de junio, han provocado protestas masivas, tensiones entre gobiernos estatal y federal, y un ambiente de creciente polarización cultural.
Redadas y tensiones iniciales
En tan solo tres días, ICE arrestó a 118 personas en operativos dirigidos a migrantes indocumentados con empleo. Las acciones provocaron manifestaciones en varios puntos de la ciudad. Aunque muchas fueron pacíficas, también hubo enfrentamientos con la policía. Se reportó el uso de gas pimienta y balas de goma, incluso contra periodistas, lo que elevó la indignación ciudadana.

Reacciones de las autoridades locales
La alcaldesa Karen Bass condenó las redadas y se solidarizó con la comunidad migrante. El gobernador Gavin Newsom denunció las condiciones inhumanas en los centros de detención y señaló que la violencia fue consecuencia directa de las políticas impulsadas por la administración de Donald Trump.
Toque de queda en el centro
Tras cinco noches de disturbios, que incluyeron saqueos, incendios de taxis autónomos y grafitis, se impuso un toque de queda de 8:00 p.m. a 6:00 a.m. en el centro de la ciudad. La medida busca contener los desórdenes, aunque ha generado preocupación entre defensores de los derechos civiles.
Intervención federal y confrontación política

El expresidente Trump ordenó el envío de 4,000 miembros de la Guardia Nacional y 700 marines. Desde el Pentágono se justificó la acción como necesaria para proteger a los agentes de ICE y garantizar el orden. Trump calificó a los manifestantes de “animales” y amenazó con arrestar a líderes locales que obstruyan las redadas. Su asesor Tom Homan incluso sugirió posibles cargos contra Bass y Newsom.
Controversia por la bandera mexicana
La presencia de banderas mexicanas en las protestas se convirtió en un símbolo de orgullo para muchos manifestantes y en un motivo de alarma para sectores conservadores. Desde la Casa Blanca, se utilizó como argumento para reforzar la idea de una “invasión”. Para los manifestantes, portar esa bandera es una forma de defender su identidad y cultura, sin dejar de valorar a Estados Unidos.